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sábado, 11 de agosto de 2018

Estar enferma, mi camino a la felicidad

Aquí estoy de nuevo.. Hoy quería contarles que la vida , o Dios, o el amor y la energía que nos rodea me han llevado a encontrar un equilibrio hermoso, donde puedo ser feliz y sentirme físicamente mejor.
Para ello se dieron infinidad de coincidencias que me llevaron a estar hoy en este lugar de amor y alegría. A veces es importante escuchar el mensaje que resuena en nuestro interior, escucharnos, sentirlo y hacerle caso. Mi mejoría física comenzó cuando hice el tratamiento que me indicaron en Estados Unidos, luché para poder hacerlo en Argentina, estudié todo lo que pude para poder explicarle a los médicos de que se trataba y qué podíamos esperar y finalmente lo logré. Funcionó porque estuve en manos de unas médicas maravillosas que me escucharon y se animaron a probar conmigo. Amorosas, positivas, contenedoras. Y al mismo tiempo escuché mi corazón y decidí ser feliz, cambiar lo que tenía que cambiar para poder sentirme amada, cuidada y en paz. Dejé de pedir perdón por estar enferma, dejé de sentirme culpable por cada cosa que pasaba, por mi enfermedad y por no cumplir con las expectativas de los demás. me quité las mochilas pesadas que llevaba en la espalda y comencé aceptarme y quererme así como soy. Al empezar a escuchar lo que necesitaba mi corazón pude comprender que no era necesario habitar espacios de dolor , no es cierto que debamos alojar dolor, miedo e inseguridad en nuestro corazón. Si alguien o algo nos está haciendo mal, si estar donde estamos resulta una tremenda lucha, una carga pesada, entonces debemos movernos. Todos merecemos ser amados, reconocidos y cuidados. Todos brillamos de una forma u otra. Nada ni nadie debe apagar tus colores, tu sonrisa, tu forma de ser en el mundo. Cuando insistimos en quedarnos en una situación que nos cuesta demasiado terminamos apagando a los demás también. Si no puedes dar luz, amor y alegría a quién se encuentra a tu lado entonces debes dejarlo libre. Porque él también merece ser amado, brillar y ser feliz. No hay personas que no merezcan ser amadas. No las hay. Si no puedes ser vos misma, si no puedes sonreír, si no le permites ser quien es al otro, entonces debes dejarlo ir. Porque la vida es mucho más que luchar y aguantar. Hay tantos espacios de amor para conocer, tantos sueños hermosos que cumplir..esforzarse por aquello que nos ilusiona, que nos llena de motivación, que nos hace libres, claro que sí. Pero no esforzarse para respirar, para aguantar, para pasar cada día. Con el cuerpo sano o con el cuerpo enfermo, con las posibilidades que tengamos pero en un lugar de amor y felicidad. No puedo cambiar como procesa mi hígado las grasas, ni como reacciona mi cuerpo ante las hormonas, pero sí puedo cambiar mis sueños, mi presente, mi risa, con quién estoy, con quién trabajo, en qué trabajo, como veo a los demás. Yo sé que nací para amar y ser amada. Muchas veces sentí que era demasiado frágil para habitar este mundo. Y me llevó mucho tiempo y toda una enfermedad comprender que si soy sensible al amor y al sufrimiento, si siento que quiero amar y ser amada, debo encontrar los espacios, las actividades y las personas que me permitan serlo. Pienso que estar muy, muy enferma me ayudó a darme cuenta de lo maravilloso que es el calor del sol en la piel, ser abrazada, dormir, despertar, conversar, cuidar a mis hijos, abrazarlos, verlos reír, escribir, dibujar, cantar, hacer música, compartir tiempo con mi familia, hablar con mi mamá.
Descubrí que ser feliz es un estado, una forma de ser y no un objetivo lejano. que la felicidad está en mi, sólo debo soltar lo que me atrapa y empezar a brillar. Que estar enferma no fue tan malo después de todo..fue mi camino a la felicidad.


1 comentario:

Eli dijo...

Soy la fan número 1 de Blog, me reflejo en cada palabra tuya y mucho cada día por lograr ver la vida con tus ojos. Por favor sigue escribiendo, créeme cuando te digo que eres un faro en la vida de muchos que igual que tú estamos pasando por esta situación. Gracias